Supuestas obras para El Alto

Los actos programados por el aniversario de El Alto fueron motivo para que se divulgue que se puede pasar por encima de las autoridades constituidas por ley para realizar actos que son de su exclusiva competencia. Así lo reconoció el presidente Evo Morales cuando en vísperas de dicha fecha entregaba cuatro ambulancias donadas por el Gobierno español. Dijo que tuvo desavenencias con el ex alcalde Fanor Nava para la ejecución de ciertas obras -que no reveló-, habiendo recurrido para dicho fin a los cuatro diputados uninominales de El Alto por el MAS. Primero les confió 500.000 dólares a cada uno y luego subió a 1.000.000 de la misma moneda y agregó, “ha resultado muy bien”. Esta confesión aclara que el Presidente corrió un albur, un acaso o un tal vez, del que dice que salió bien librado, pero la alternativa podía ser contraria.

Este modo de administrar recursos públicos no puede ser más riesgoso, mientras el contento presidencial no fue acompañado de ninguna certificación de buena inversión. No importa que se trate del programa “Bolivia cambia, Evo cumple”, del cual tarde o temprano Venezuela nos pasará la factura. Lo grave es que la institucionalidad queda resentida y quebrantada. Significa ignorar el orden administrativo del Estado, que es como ignorar el orden natural de las cosas. No importa qué autoridad fuera desconocida en sus roles y competencias específicas. No en vano existen los órganos deliberantes y los operativos. Que diputados asuman hacer lo que corresponde a un Alcalde es trastrocar el sistema jurídico y administrativo del Estado y por eso los dirigentes alteños hacen bien en pedir cuentas de seis millones de dólares, si se suma las indicadas entregas.
Lo confesado recuerda las amenazas de “no trabajar” con alcaldes y prefectos de entonces, elegidos por los votos opositores en distintos departamentos. Esta advertencia sigue demostrándose con hechos en perjuicio de muchas regiones y así se lo denunció. Esta vez le tocó el turno al Alcalde de la ciudad más joven de Bolivia, a quien por lo visto de nada le valió su adhesión al esquema oficial de Gobierno, tan luego heredara el cargo de José Luis Paredes, cuando éste desde la oposición fue elegido prefecto de La Paz. Tampoco se reveló los tropiezos que dijo haber tenido el Presidente con el ex Alcalde alteño, pero, entre líneas, en su discurso sembró demasiadas sombras contra la administración y, algo más… sobre el ex burgomaestre, como quien dice, que entienda el buen entendedor.
Ante las revelaciones del Primer Mandatario, no faltaron dirigentes de la populosa ciudad que afirmaron no conocer las supuestas obras, ni cuánto se habría invertido y menos rendición de cuenta alguna: “no hay las obras, no hay un informe al respecto”. La supervisión, que no la ejecución como ocurrió, debería empezar por la propia Alcaldía y sobre todo por la Contraloría de Estado Plurinacional en criterio de dichos dirigentes. Y la consecuencia que fluye es que si el Primer Mandatario prescinde de las autoridades pertinentes, qué se puede esperar que ocurra en el resto de la Administración Pública. Otras obras, y toda obra supone inversión, habrían sido encomendadas a ciertos movimientos sociales, tal como expresó la alta autoridad. Como colofón de su discurso ofreció a dichas agrupaciones entregar en esta gestión otros cuatro millones de dólares con destino a obras no mencionadas. Esto desconcertó mucho más a la dirigencia disidente.
No faltan recursos oratorios o remembranzas pasadas cuando se trata de quedar bien ante una multitud cualquiera. Al fin y al cabo es una forma de salir de apuros, tanto más en circunstancias en las que El Alto se queja de no ser atendido en la medida esperada como efecto de su fervor por el Presidente, tal vez menguado por las escasez y el elevado costo de vida actual. El relato anterior corresponde sólo a las vísperas del natalicio cívico, pero el día señalado para el homenaje oficial se ofreció un desembolso de 450 millones de dólares para obras en El Alto. ¿Quién los administrará?
El Diario

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