Vida y obra de Antonio Paredes Candia

José Antonio Paredes Candia nació en La Paz el 10 de julio de 1924, en una reconocida familia política e intelectual de Bolivia. Hijo del historiador Rigoberto Paredes Iturri y de Haydee Candia Torrico.

Toda su infancia la vivió en una clásica casona en la calle Sucre y Junín. Sus hermanos son Orestes, Mercedes, la fallecida escritora Elsa Paredes de Salazar y el empresario empírico Rigoberto Paredes Candia, padre de 18 hijos y dueño del hotel construido en la misma ubicación de la vieja casona en la que, paradójicamente, Antonio fallecería 80 años más tarde.

Su madre, amante del arte, era conocida por su pasión por el canto y la música clásica, siendo muy común encontrarla sentada en su vieja petaca a la puerta de su casa, cantando arias famosas de óperas, acompañada de su guitarra. Fue ella quien apoyó e impulsó a Antonio a descubrir su talento para la escritura.

“Cuando era pequeño, él se sentaba frente a ella en el enfarolado de su casa, ella leyendo a Vargas Vila y él con sus cuentos de calleja que traían de España y que ambos solían ir a comprar a la librería de José Val en la esquina de la Ingavi y Yanacocha”.

De esa forma empezó a escribir desde muy niño, inspirado por el aire que respiraba en ese hogar. Fue en ese entorno en el que comenzó sus primeras observaciones de lo que constituye lo “boliviano” y las tradiciones.

Fue estudiante del Colegio “Félix Reyes Ortiz”, en el que fue compañero de curso del que luego se convertiría en el célebre dramaturgo y pionero del teatro popular boliviano Raúl Salmón de la Barra. Estudió también en los colegios “Mariscal de Ayacucho” y en el Sagrado Corazón de Jesús” de la ciudad de Sucre.

Aquel niño rubio, travieso y despreocupado pasaba sus vacaciones en la hacienda Jiska Machalaya, ubicada en el Cantón Ambaná en la provincia Camacho de La Paz.

Creció en la vieja casona antigua y colonial de sus padres, cuando la ciudad de La Paz era pequeña. Fue testigo de la transición y cambio que sufrió esta ciudad. Fue educado con severidad y con mucho amor, expresión que repetía frecuentemente el escritor cuando indicaba que “el hábito a la lectura lo adquirió de su madre, una ferviente lectora”.

Aquella casa pasó a manos de su hermano Rigoberto, hoy Hostal “Victoria”, en una de sus habitaciones pasó sus últimos días de vida.

Quienes lo conocieron lo recuerdan con mucho cariño y recuperan de sus recuerdos algunos pasajes de su vida. Recuerdan que luego de un año en la carrera de abogacía Antonio debió abandonar sus estudios por razones, para muchos, obvias. Le gustaba la vida libre.

Tiempo más tarde llegó a prestar sus servicios en la Cancillería de la República, pero a raíz de un incidente con el subsecretario, abandonó su trabajo y se dirigió a las minas del sur, donde empleó sus conocimientos en la docencia, ahí había llegado con un teatro de títeres y en cuanto a las letras escribía poesía.

Con la Reforma Agraria, debió desprenderse de su hacienda. “La cedí voluntariamente a los campesinos, no fue necesario ningún trámite judicial, estaba convencido que la tierra les pertenecía”, confesó sin gesto alguno el escritor.

Antonio Paredes Candia es considerado el padre de las ferias del libro en Bolivia. A su retorno de las minas, sus tierras estaban en poder de los campesinos, por lo que decidió instalarse en un viejo zaguán con un puesto de venta de libros usados, había comenzado con los duplicados que existían en su biblioteca, hecho que alarmó a sus familiares y causó comentarios nada agradables entre sus amigos

“No me importó un comino lo que decían estaba dispuesto a divulgar la obra de mi padre y a promocionar mi primer libro `Literatura Folklórica´ (1950), el mismo año hice la primera feria de libros en la plaza principal de la ciudad de Oruro, fue un éxito sin precedentes, a los pocos días había acabado los cuatro cajones”, comentó Antonio.

De esa manera comenzaron sus viajes a Cochabamba, a Santa Cruz, a Sucre, a Potosí y al resto del país. Según el escritor René Aguilera Fierro a Tarija llegó por primera vez en abril de 1987, junto a los poetas José Camarlinghi y Carlos Cruz Rivera.´

Para muchos entendidos en letras, Antonio Paredes Candia, autor de una centena de libros, con varias reediciones, contribuyó al conocimiento de las costumbres, tradiciones e idiosincrasia del pueblo boliviano, pues su incansable labor de investigador lo llevó a rescatar la más pura esencia del ancestro andino y de los valles.

Su labor empezó con su primera obra “Literatura Folklórica”, le siguió “Artesanías e industrias populares de Sucre” (1990): o “La Chola”, asimismo, se encontraba preparando un libro sobre “Tarija, costumbres y tradiciones del Sur”. Paralelamente a su labor de autor, publicó en Ediciones ISLA, medio millar de libros de diferentes autores y variados géneros literarios.

Sus exposiciones en Tarija

Cuenta Aguilera Fierro que Antonio  Paredes hizo su primer exposición de libros en Tarija el mes de abril de 1987, luego le siguieron anualmente otras. Las presentaciones se efectuaban en el centro de la Plaza “Luís de Fuentes”, hasta que algún concejal, falto de tino hizo aprobar una Resolución Municipal prohibiendo estas actividades, lo que le molestó al escritor.

No obstante, sus repetidas visitas a Tarija, fueron motivo de múltiples atenciones e invitaciones que lo llevaron a casa de amigos, escritores e instituciones culturales y de servicio, además de reuniones sociales y familiares. Tal el caso de su entrañable amistad con los escritores Juan Navajas Paz, Carlos Aróstegui Arce y René Aguilera Fierro.

Relatan sus allegados que el afecto de la sociedad tarijeña se hizo evidente en todo lugar. De aquella época data la amistad que unió al suscrito con su hijo adoptivo Huascar y de toda la Asociación de vendedores de libros que posteriormente adoptó el nombre del escritor.

“Para la existencia de un hombre como Paredes Candia, fue necesario un cielo tan puro y tan azulado como el de la ciudad de El Alto de La Paz. La grandeza de su alma, radicó en su humildad. La modestia fue su principio, porque entre más sencillo era, más simple y más humano se lo veía”, afirma Aguilera Fierro.

Agrega que su presencia no pasaba disimulada en Tarija, pues éste llegaba con un bagaje de libros nacionales, propios y de otros autores, además le acompañaban once expositores asociados que integraban “La feria del libro boliviano” que con justicia hoy lleva su nombre.

El eterno guardián del Museo de Arte

Allá por el año 2003 a Antonio Paredes Candia le aquejaba un cáncer hepático que lo fue consumiendo de a poco. Así falleció el 12 de diciembre de 2004 en un departamento del Hotel Victoria ubicado en la calle Sucre de la ciudad de La Paz; hotel que había sido construido sobre el terreno de la casa en que nació.

Su funeral fue velado con un cuarteto de cuerdas de El Alto seguido por una procesión doliente que acompañó el ataúd hasta las puertas de su museo, entre ellos hubo una banda improvisada de niños callejeros con instrumentos construidos por ellos mismos, usando baldes a la vez de tambores y zampoñas hechas de tubos.

Había muerto el “Tío Antonio” y toda la ciudad de El Alto estaba de duelo. Lúcido hasta sus últimos segundos, dio instrucciones precisas sobre el protocolo que debería seguirse en su entierro. Entre estas instrucciones decidió ser enterrado en las puertas de su museo, en medio de dos capas de cal viva. En su tumba se erigió una estatua con la figura que todos recuerdan, su largo saco, bufanda y paraguas, como todo un caballero antiguo. En su lecho la inscripción “La tierra para la tierra”. Ahora permanece en el museo como guardián de las obras que donó en vida.

Los libros de Paredes Candia siguen estando entre los más leídos, en especial las obras para niños. Lamentablemente tanto la re-edición de los mismos como el cuidado del museo han sido dejados totalmente de lado. Prácticamente el 80 por ciento de la obra del escritor está agotada y por no ser impresa nuevamente está desapareciendo a paso veloz.

 Fases de la vida del escritor

El titiritero

Durante su juventud realizó viajes con su teatro de guiñol con marionetas que él mismo creaba. Escogía como destino los lugares más remotos del país y armado de sus títeres, cajones con libros, y sus pocos bienes personales, se lanzaba a la heroica hazaña de culturizar un país en el cuál las castas indígenas habían sido dejadas de lado y el acceso a la información estaba reservado para las familias con mayores recursos económicos.

Sus reconocimientos

Antes de su fallecimiento fue nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad Franz Tamayo de la ciudad de La Paz.

Seguido a esto le otorgaron varios reconocimientos de las autoridades del país, siéndole otorgada la medalla al Mérito Cultural por el Gobierno, la “Orden Marcelo Quiroga Santa Cruz” por el Congreso Nacional, y el título de “Patricio Benefactor del Arte y la Cultura” por el gobierno de la ciudad de El Alto.

El museo

El Museo de Arte Antonio Paredes Candia situado en la ciudad de El Alto fue el proyecto más ambicioso de este ilustre escritor. Tras una lucha de 12 años, se inauguró el 29 de mayo del 2002. En él se expone la colección de pintura y escultura del escritor y su biblioteca personal. El conjunto está formado por más de 300 obras de arte y 11.000 libros. Las obras que se exponen son de grandes maestros contemporáneos en el campo de la pintura y la escultura.

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