Enójate, hermana ministra

Por Fernanda E. San Martín (*)

Somos el segundo país en el mundo que tiene una mayor cantidad de mujeres en su Congreso, gracias al principio de paridad que exige el 50% de mujeres en las listas para legisladores. El principio de paridad es exigido en todos los órganos del Estado y en las candidaturas. La única excepción sigue siendo el binomio presidencial. Sin embargo, entre la teoría y las buenas prácticas aún hay una distancia considerable.

La Constitución Política del Estado establece que debe existir paridad en el gabinete ministerial del Órgano Ejecutivo; sin embargo, desde la promulgación de la Carta Magna, sólo una vez se cumplió con ese mandato. Y entre esa mayoría de hombres algunas ministras logran subsistir, ¿pero a qué precio?

Quien no se acuerda de las famosas y desafortunadas “coplas” del presidente Evo Morales, en las cuales decía que “a todas las ministras les quita el calzón”. O, recientemente, cuando a días de conmemorarse el Día Internacional de la Mujer, el Presidente regaló a su ministra de Culturas y Turismo, Wilma Alanoca, y por ende a todas las mujeres bolivianas, el atroz comentario machista de que su obligación era ayudar a poblar la ciudad de El Alto y que para eso estaba el diputado que se encontraba cerca a ella en el acto.

Es vergonzoso cómo el Presidente reduce a la mujer a un rol reproductivo, donde, además, él, el macho, le elige con quién, como si su libertad sexual fuera propiedad del Primer Mandatario. ¿De qué sirven las leyes y políticas públicas con enfoque de género, si el mensaje e incentivo desde la más alta autoridad es absolutamente contrario a la igualdad real y efectiva entre hombres y mujeres?

Según la Ley 348, el comportamiento del Presidente constituye violencia psicológica y contra los derechos y libertad sexual tipificados en el artículo 7, esto sin mencionar el lenguaje sexista que incita a la cosificación de las mujeres. El Ministerio Público, en este caso, debería actuar de oficio para no generar impunidad en razón del cargo y que todos los machos agresores crean que pueden repetir esa conducta con otras mujeres sin sanción alguna.

Encima de todo esto, la señora ministra, en lugar de hacer valer las leyes y el trato digno a la mujer, aprueba, apoya el comportamiento de macho, excusando y justificándolo. ¡No! La línea y disciplina partidaria no debería ser la justificación para que las mujeres dejemos de reivindicar los derechos de nuestro propio género. Por eso, y en homenaje a Malena Pichot, una gran feminista sin pelos en la lengua, yo le digo, ministra, de mujer a mujer, más allá de nuestras diferencias políticas: Enójate hermana, porque todas y todos nos hemos enojado por esa conducta indigna e ilegal del Presidente.

Los derechos se pelean y defienden todos los días dejando claro a los esquemas machistas que estaremos vigilantes de quienes quieran volver a la edad de las cavernas. No, el asunto no se ha cerrado, más bien acaba de abrirse; es el momento, no hace más que empezar.

(*) Fernanda E. San Martin es parlamentaria.

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