Alcohólicos Amallula, una oportunidad de vida

«Mi vida era ingobernable, mi horizonte de mi casa al bar, no tenía noción de mi familia ni de mis hijos; pero hoy puedo decir que tengo una vida feliz», cuenta Raúl (nombre ficticio), un ex bebedor reinsertado en la sociedad gracias al grupo Amallula, que pertenece a Alcohólicos Anónimos(AA) de la ciudad de El Alto.

En efecto, el trabajo que desarrolla esta organización tiene el fin de lograr un estado de sobriedad continuo en sus integrantes logrando así mejorar su calidad de vida. La comunidad no tiene fines de lucro y se caracteriza por mantener el anonimato de sus miembros, proporcionándoles protección e igualdad.

En El Alto, en un inicio, este organismo contaba con tres grupos que trabajaban con el mismo propósito, actualmente uno se mantiene, es el grupo Amallulla, cuyas instalaciones se encuentran en el segundo piso del edificio Flores, en el centro de la Ceja.

Amallulla cuenta con tres años de labor, aunque el grupo es joven, algunos de sus miembros llevan más años perteneciendo a Alcohólicos Anónimos, pues se reunían en La Paz, aunque hoy buscan consolidarse en esta joven ciudad.

«Consideramos que El Alto es otra ciudad, por ello deseamos tener un área independiente», señala Raúl, quien aclara que Alcohólicos Anónimos esta presente en esta ciudad hace más de ocho años.

“Existió un primer grupo que funciono nueve años y el siguiente se creó poco después, ambos se extinguieron por razones desconocidas”, señala.

Hoy, Amallula cuenta con 27 miembros y está bien consolidada.

Una enfermedad incurable

«El alcoholismo es una enfermedad del cuerpo y del alma incurable, pero controlable. Es progresiva, obsesiva y fatal, por ello nuestro objetivo es mantenernos sobrios y ayudar a otros alcohólicos a alcanzar ese mismo estado, no exigimos ningún requisito, sólo el deseo sinceró de dejar de beber”, sostiene Abel (nombre ficticio), otro miembro del grupo Amallula.

Según la Asociación Medica Americana, el alcoholismo es una enfermedad que puede ser controlada, pero no curada. Uno de los síntomas es el incontrolable deseo de beber, a ello se suman las consecuencias que se extienden a familiares y amigos.

De hecho, cuando uno comienza a beber activamente, cualquier excusa es valida.

«Aquí se bebe por todo y por nada, los viernes de soltero, presteríos, los partidos de fútbol, ésa es nuestra idiosincrasia», afirma Abel, que llegó hace ocho a esta comunidad gracias a un familiar que tenía el mismo problema.

Pero Alcohólicos Anónimos no sólo controla a los bebedores, tiene otro brazo llamado AL ANON, una hermandad paralela que reúne a familiares, parientes y amigos de alcohólicos con el fin compartir sus experiencias y fortalecer la convivencia.

De la misma manera se puede hablar de ALATEEN, que tiene la misma función pero encaminada a jóvenes cuyas vidas han sido afectadas por el alcoholismo de un familiar o de un amigo intimo.

Los tres grupos tienen reuniones periódicas, se colaboran entre sí y han logrado salvar vidas, «Hubiese querido conocer esto antes, me abría ahorrado muchos problemas», concluye Abel.